Los gobernante de Roma de la época de 1323, amenazaron a sus discípulos por ser enemigos de Dios y pensar en miradas de lujuria. Algunos decidieron recorrer montañas y senderos junto a sus ideas, comportamientos y conocimientos de su incoherente verdad. Después muchas semanas y días de viajar, sólo en Milán fueron retenidos por los militares de la patria, quienes ataron a este grupo de hombres y los obligaron a mantenerse en silencio y en una celda.
En esos terribles días oscuros de silencio, un sabio anciano con sus gestos y palabras de cariño, trataba de manifestar los acontecimientos de la derrota; con el tiempo el anciano descubrió inmensas ideas y así el grupo fue reflexionado sobre los errores registrados: El poder de Dios era peligrosos y poderoso, se manifestaba en situaciones y momentos donde la verdad y el amor por este hombre los hacía pecar, en el momento de evitarlo y negarlo, la lujuria condena a la ignorancia del amor, es el resplandecer de las maravillas del cuerpo que es capaz de dejar testimonios de la verdad y de hacer pecar.
Los asombrosos relatos del anciano hicieron reflexionar a los discípulos, tanto así que debido a sus buenos comportamientos dejaron de estar condenados y lograron introducirse en el monasterio de la única iglesia de Milán.
Con el tiempo aquellos hombres pudieron dar testimonio de su buena voluntad y recordar los principios de la palabra de Dios que los llevo a manifestarse fielmente ante Él, su padre. Durante el periodo que pasaron en el monasterio entendieron que su falta de consciencia solo creaba problemas tanto en la sociedad como en sus propias vidas.
